¿Por qué abandoné? No tuve ya qué decir, ni un para qué, ni un otro al que balbucearle. El silencio como legítima protesta. La inacción. La quietud. El olvido. La anestesia. Agosto. La inminente primavera. Las faldas. Las piernas. Las flores. El Egeo y sus infranqueables orillas. Los muros antilatinos. Esvásticas camufladas. Sepulcro de paz y golpes coquetos. Maquillaje. Algunos tienen esperanza. Algunos. Nenas vejadas que evocan a Kahlo. Su accidente. Ahora en versión dolosa, humana. No hay monstruos ni número de la bestia. Somos nosotros. África, Siria, o Trump. Uribe, Temer y Macri. Los dieciséis de Lucía y los dos mil de historia. Cristo, Judas y Pilatos. Somos nosotros. Los buenos y los malos. Somos nosotros. Y agosto.